Vergüenza Olímpica (y no es la única…)

Se supone que los Juegos Olímpicos deben ser el máximo exponente del deporte mundial en sus diferentes encarnaciones y variedades. Se supone que, también, son un acontecimiento donde reina la caballerosidad y la deportividad, donde se forjan leyendas deportivas en las que destaca la humildad y el buen hacer. Se supone que, para que esto suceda, se aplican unos estrictos reglamentos y se castiga a los tramposos con dureza, como vemos en el caso del doping y como hemos visto en el caso del deportista que ha sido desposeido de su medalla por arrojarla al suelo en la ceremonia de entrega…

Quiero suponer que esto era así al principio, quiero suponer que, al menos, era así hasta hace no mucho. Pero empiezo a estar cansado de seguir acontecimientos deportivos donde el reglamento se doblega a voluntad o donde todo depende de valoraciones subjetivas de un grupo de jurados siempre dispuesto a arrimar el ascua a la sardina que más dólares reporte. Y se supone que el olimpismo era, precisamente, el último reducto del deporte puro. A mí me empiezan a dar nauseas.

Lo de las valoraciones inexplicables de los jurados en las disciplinas de gimnasia -y en casi cualquier disciplina donde interviene un jurado- no es cosa nueva. Estamos cansados de ver, incluso los que no entedemos un carajo de esos deportes, cómo se suele saber de antemano la clasificación final con un margen de error mínimo. No ha sido en estos Juegos, pero recuerdo perfectamente una final en la que ganó una concursante concreta cuando el comentarista de la tele anticipó que iba a ganar, a pesar de cometer un error garrafal en el ejercicio… error que hasta yo pude apreciar sin necesidad de explicación.

Pero lo de pasarse el reglamento por el forro de los genitales y que no pase nada me parece de traca. Lo que han pasado nuestros competidores de la clase 49er en vela en la jornada de ayer es una total y absoluta y completa vergeüenza. Y, encima, los responsables basan su decisión de justificar un cambio de barco (algo explícitamente prohibido, como reconocen) y otras vulneraciones del reglamento en que «no supusieron ventaja competitiva» ¡¡tócate los cojones!! ¿cómo que no? ¿no es una ventaja acaso el poder participar cuando no ibas a poder? es la mayor ventaja posible. Es como si se lesionase nadal y su puesto lo ocupase otro. Como si se lesiona un participante de judo y su puesto, a medio combate y con el contrario cansado, lo ocupase un sustituto totalmente fresco. Lo que ha ocurrido en vela es exactamente eso. ¿Qué te has cargado el mástil? bien, arrégalo, que no te da tiempo… pues chico, mala suerte… Pero no, se da por válido un resultado de un equipo que no debería haber tomado siquiera la salida, que debería haber sido fulminantemente descalificado según empezaron. Una puñetera vergüenza.

¿Es esto el «Espíritu Olímpico»? Pues yo me borro, desde luego.

Y sonará victimista pero es que ya hay muchos precedentes que parecen caer siempre del mismo lado ¿alguien duda de lo que hubiera ocurrido si los tripulantes del barco que tenía «CRO» en las velas fueran los españoles, a qué no?

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