Nikon F801s

A finales de los años 90 la Pentax K1000 que me había dado mi padre se me empezaba a quedar corta. Ya había usado para trabajar una Minolta Dynax 7000i, una Olympus OM-1 (con la que hice muchos muchos reportajes) y, por entonces, en el estudio teníamos Nikon, una F4 y una recién llegada, novísima entonces, F5; durante unos cuantos meses estuve buscando una Pentax LX, una de las pocas espinitas que tengo pendientes hoy en día, también intenté buscar una Z-1 o Z-1p, entonces el «top» absoluto de Pentax que entonces tenía a la venta la gama MZ y todavía no había presentado la (absolutamente decepcionante) MZ-S y lo mejor que tenía era la MZ-5. Estamos hablando de unos años en los que internet estaba absolutamente en pañales y la compra-venta de material de segunda mano se movía fundamentalmente a través de las revistas especializadas y gracias a algunas tiendas y distribuidores mayoristas, por supuesto ni hablar de comprar en el extranjero para el común de los mortales entre los que me encontraba. Hoy no cuesta nada traerse cualquier cosa desde la otra punta del globo, entonces la oferta era mucho más limitada.

Al final, después de darle muchísimas vueltas, el hecho de que el material serio que tenía a mano en ese momento era Nikon y que había muchísimo más material de segunda mano, ya entonces, de Nikon que de cualquier otra marca, me hizo inclinarme por esa marca; estuve a punto de comprar una F601, pero cuando llamé al distribuidor donde la había visto ya la había vendido y terminé comprando, por un poco más, una F801s, el modelo superior, solo por debajo de la F4, junto con un curiosísimo 35-70/3.5-4.5 de Sigma, tremendamente compacto y ligero, del tamaño de un 50mm

Fue una cámara que me dió muchas satisfacciones, no era para menos, es una cámara que no se «acaba» fácilmente, tenía un nivel prestacional altísimo, en muchos aspectos al nivel de la «top» de Nikon de su época, la F4: tres modos de medición, obturador de primera línea (1/8000s de vel máxima y sincro de flash a 1/250s), un flash TTL que incluso hoy en día no superan las digitales… tiré muchos rollos de diapositivas, muchos de blanco y negro e, incluso, hice muchos trabajos con ella. Años después, en 2002 y a las puertas de la era digital la vendí junto con un Sigma 70-210mm f:2.8 APO y compré una cámara muy conocida de la misma marca: una FM2 que fue mi cámara personal durante todo el final de la era de la película y que tuve el buen sentido de conservar hasta hoy, junto con una antigua Konica IIIM que me cedió un familiar y que disfruté hasta que cascó el obturador.

Hace ya unos años retomé el uso de la película, al principio un poco por nostalgia, pero pronto pasó a ser mi medio principal de hacer fotos fuera del trabajo, sencillamente me lo paso mejor con película. Volví a usar las F4 y F5 que llevaban casi 10 años paradas por completo, recuperé la Bronica ETRSi y la FM2, arreglé la Konica IIIM y, aprovechando los precios de un mercado de material fotoquímico que estaba bajo mínimos, fui montando una pequeña colección. Al poco tiempo encontré por unos increíbles 25€ una F801s en un estado más que decente y no pude resistirme a volver a tener una cámara que tanto me había dado.

Me sigue pareciendo una cámara magnífica y hoy sorprende que una cámara de ese nivel prestacional tuviera el tamaño que tiene ésta, claramente inferior al de sus homólogas actuales. Un tiempo después me saqué una espinita clavada desde aquella época previa al digital y conseguí una Minolta Dynax 9xi, una cámara que siempre quise en los 90 y nunca tuve y, más adelante, «recuperé» también la primera cámara con la que hice un trabajo profesional: la Minolta Dynax 7000i. De ambas y de lo poco entendible que fue el mercado entonces hablaré en otro post.

2021

Quien me iba a decir a mí cuando publiqué la última entrada, hace más o menos un año, que en 2020 se nos iba a venir encima lo que todavía seguimos padeciendo. En el trístemente famoso confinamiento, mucha gente tuvo una productividad personal desbordante, pero no fue mi caso; aunque mi situación personal actual difiere enormemente de la que tenía en aquellos tiempos lejanos en los que empecé a escribir aquí, cuando los blogs estaban en la cresta de la ola, lo que me ha permitido afrontar el encierro en unas condiciones mucho mejores que las de muchísimos conciudadanos, lo cierto es que tuve que sacar fuerzas para sentarme unas horas al día para ir sacando adelante trabajo y no tuve durante muchos meses, incluso después del confinamiento y durante el pequeñísimo suspiro que supuso el verano, absolutamente ninguna gana de sacar adelante ningún proyecto personal, ni siquiera de hacer ni revelar muchas fotos; los pocos disparos que hice en verano están sin procesar, los digitales y aun cargados en la cámara, sin acabar el rollo, los hechos en película.

Me ha costado recuperar las ganas de hacer algo, mucho. De hecho no puedo decir que haya hecho todavía nada, pero ahora mismo tengo un objetivo en mente y, por una vez, quiero llevarlo a cabo hasta el final. No voy a dar detalles todavía del mismo, estoy en todavía en las fases de preparación; fases que estoy desarrollando de manera concienzuda y rigurosa como pocas veces antes había hecho. La parte documental la tengo muy encarrilada, la parte técnica va por buen camino. En cuanto las finalice, me pondré manos a la obra.

Voy a ilustrar este post, primero en 12 meses y que sirve para seguir manteniendo vivo el blog, con unas fotos que pertenecen al germen de otro proyecto personal, uno que quedó en la nada más absoluta. También para recordarme que, esta vez, no puede acabar la cosa igual, este lo tengo que llevar a cabo.